Es un trastorno digestivo causado por el ácido gástrico que sube desde el estómago hacia el esófago. “reflujo” significa “subir o regresar”. Se produce cuando los jugos ácidos estomacales, o alimentos y líquidos, regresan al esófago.
Es común en bebés y es la causa más frecuente de vómitos durante la infancia, pero puede presentarse a cualquier edad. Puede ser un trastorno transitorio o un problema físico a largo plazo, generalmente denominado enfermedad del reflujo gastroesofágico.
Los síntomas más comunes del reflujo cada bebé puede experimentarlos de una forma diferente.
Los síntomas pueden incluir:
Eructos, Negarse a comer, Dolor de estómago, Irritabilidad durante las horas de comida, Hipo, Arcadas, Atragantamiento, Tos frecuente, Ataques de tos nocturnos, Sibilancias, Infecciones frecuentes de las vías respiratorias superiores (resfríos), Ruidos en el pecho, Frecuentes dolores de garganta en la mañana y Sabor agrio en la boca.
¿Cómo me doy cuenta que mi bebé tiene reflujo?
Aunque el síntoma más común son los vómitos frecuentes y en gran cantidad, no es el único. También puedes notar que tu bebé llora sin causa y se muestra irritable, que rechaza la comida porque asocia comer con una desagradable sensación de ardor, que no aumenta de peso, e incluso podría llegar a presentar apneas (momentos breves en que se interrumpe la respiración).
Lo que hace vomitar al bebé es el mal funcionamiento del esfínter (o válvula) que hace que el contenido del estómago suba por el esófago hasta la boca.
En la mayoría de los casos se debe a la inmadurez del sistema digestivo, que suele corregirse a partir de los seis meses, cuando el bebé empieza a estar más erguido, ya que estar en posición horizontal dificulta la digestión, y cuando comienza a incorporar en su dieta alimentos sólidos que también ayudan a disminuir el reflujo.
Para aliviar el reflujo gástrico conviene mantener al bebé en posición vertical un rato después de alimentarlo así como darle de comer más veces menos cantidad. También se puede espesar la leche a partir del tercero o cuarto mes y controlar que los agujeros del biberón sean del tamaño adecuado para que no trague aire al comer.
Nunca dejes al bebé sólo con el biberón y evita mover demasiado al bebé después de comer.
De todas formas, si sospechas que tu bebé pueda tener reflujo, consúltalo con el pediatra para que haga las pruebas necesarias, ya que si no es tratado a tiempo puede traer graves consecuencias.